La córnea es la parte más anterior del ojo; es como su ventana, y es responsable de alrededor de las 2/3 partes del poder de enfoque del ojo; por esto, debe estar libre de vasos sanguíneos y de cualquier tipo de opacidad. La córnea recibe su nutrición y oxigenación fundamentalmente de la lágrima, y se puede dañar bien sea por enfermedades propias de ella, infecciones o por trauma; al lesionarse, aparece cicatrización que conlleva opacidad y deterioro de la visión. Cuando la visión se afecta significativamente, se recomienda realizar un Trasplante de Córnea, con la finalidad de restaurar la transparencia del sistema óptico del ojo; a diferencia de lo que la mayoría de la gente cree, no se trasplanta toda la cornea, sino su centro (8.5 mm de un total de 12.0 mm de diámetro de una córnea normal).
El trasplante de córnea es el trasplante más realizado a nivel mundial, y se hace desde hace varias décadas (obviamente la técnica ha venido evolucionando en todo ese tiempo) con excelente resultados; siendo un tejido extraño al organismo, siempre hay un riesgo de rechazo, que en general es de un 5 a un 8% y la mayoría de las veces se puede controlar satisfactoriamente con tratamiento médico.
En general –independiente del tipo de trasplante corneal que se realice- el resultado es muy satisfactorio y se logra el objetivo buscado en un gran porcentaje de los pacientes.
Los trasplantes de córnea se hacen por diferentes motivos:
Hoy en día realizamos varios tipos de trasplante corneal, dependiendo de la enfermedad presente, de manera que los trasplantes pueden ser: